viernes, 21 de marzo de 2014

La mujer Blanca Mantuana y la Iglesia católica en Venezuela



Aspectos Generales de la Sociedad Colonial. 
Para la época de mediados de siglo XVIII, en la Capitanía General de Venezuela se encontraba una sociedad completamente estratificada, producto de la inmensa diversidad de condiciones particulares a nivel económico, cultural, político, etc. Para la época tenemos un compleja división de clases y castas, en orden descendente encontramos a los blancos peninsulares y mantuanos, los blancos criollos, blancos de orilla, pardos, indígenas y negros, cabe destacar que entre estos mismos escalafones existen ciertas divisiones. La obvia desigualdad de esta sociedad de castas se fundamenta en el honor adscrito por nacimiento o en el comportamiento individual, relacionado con las actividades, ocupaciones o funciones sociales, valoradas positiva o negativamente, que hacían a la persona de una valoración o estima pública[1]. Estas clases sociales se basaban en la ya mencionada riqueza y estima social de unos y la explotación de otros que a su vez con el status jurídico y los elementos étnicos[2], hacían aún más compleja esta división social.
Los blancos a pesar de ser fenotípicamente “iguales”, eran un grupo bastante desigual. Los blancos peninsulares eran los naturales de España, estos tenían la posibilidad de acceder a cargos públicos, eclesiásticos, militares, entre otros, además poseían títulos de nobleza otorgados por la corona. Los blancos Mantuanos eran propietarios de tierras, esclavos, poseían título de nobleza, pero a diferencia de los peninsulares, muchos de ellos habían nacido en la provincia. La propia palabra “Mantuanos” nos refiere al tema religioso y a su vez a la mujer, ya que se les llamaba de esta forma por el manto que se colocaban las féminas para ir a la misa, esto podría ser interesante a la hora de vincular a este grupo en específico con el tema del catolicismo.
Es importante hablar sobre el tema del honor para comprender la situación de la mujer en la época. El honor es considerado por muchas autores como un bien simbólico que poseían algunas familias y que muchas veces era hereditario. Aquellas personas que se consideraban honorables gozaban de innumerables privilegios, el derecho a usar ropa de seda, valiosas joyas, contraer matrimonio entre miembros de dos familias, acceder a cargos e instrucción en la iglesia católica, entrada a la universidad para cursar estudios, optar para postulaciones políticas, entre otros privilegios, que por supuesto la mayoría eran otorgados a los hombres quedando la mujer en un papel secundario.
La iglesia católica juega un papel fundamental en la formación social de la sociedad colonial, es necesario decir uno de los motivos de la conquista y colonización de América fue la evangelización de los habitantes que allí se encontraban. La iglesia constituyó un elemento de suma importancia para la Capitanía General de Venezuela y con más alcance para la Corona Español, la sociedad civil prácticamente estaba gobernada por la iglesia quien se imponía con sus preceptos religiosos para estimar reglas. Ésta cuidaba el funcionamiento y constitución de la familia, el control de los nacimientos, registro de matrimonios, testamentos, defunciones, herencias, aclarar parentesco y muchas veces precisa el lugar social de los particulares[3].
Las mujeres blancas Mantuanas y de clase alta, su relación con la iglesia católica.
Como hemos mencionado el cristianismo y aún más delimitado el catolicismo era asumido  como un modo de vida por la sociedad colonial  en Venezuela. Para comenzar a hablar del papel de la mujer es necesario acotar que la sociedad colonial fue, me atrevo a decir, donde más fuerte se evidencio el patriarcado masculino subordinando a la mujer a un plano menospreciado, por supuesto la iglesia católica cimentando y solidificando el patriarcado con las formas de control implementadas[4]. La iglesia basándose en algunos preceptos bíblicos sostiene que la mujer debe atenerse a las voluntades del amo de la casa, es decir del hombre, siendo el padre de familia un especie de representante de la misma ante la sociedad, convirtiendo a la mujer en un objetos de propiedad, primero de sus padres; luego de sus esposos y, finalmente, de sus hermanos y de sus hijos varones[5] 
 Particularmente las Mantuanas de la época, eran mujeres que habían venido desarrollando una actitud desbordada frente al culto católico, expresado en extravagancias y exageraciones, que de alguna forma desvirtuaría un poco la fe católica[6], considerando que que ciertas acciones podrían hoy en día ser de tipo pagana, por ejemplo, una mantuana era de costumbre que llevara un séquito de esclavos acompañándola a misa, lo que iba en contra de los preceptos cristianos, claro está que la iglesia católica desde sus comienzos siempre a tenido una especie de doble moral ante la sociedad. Es necesario acotar que estas extravagancias estaban básicamente reservadas a las personas pudientes de la época, las mantuanas eran digamos, las únicas que tenían reservada esta vida religiosa que en algunos casos era algo ambiciosa, la devoción, de cierta manera, fortificaba los intereses de clase de las castas de la época, todos podían ser cristianos y católicos, pero no todos rendían culto de la misma forma, la practica respondía a la posición social que tenía. 
Las mantuanas caraqueñas, quienes eran pertenecientes a las élites de la aristocracia terrateniente o nobleza criolla, tenían dos papeles únicos al menos hasta finales del siglo XVIII, ser esposas, es decir optar por el matrimonio, o la vida religiosa con la cual se ganaba mucho prestigio y estatus dentro de la sociedad. Las dos vías que tenía la mujer mantuana implicaban devoción, compromiso, obediencia y sumisión, en el caso del matrimonio no solo debía de tener estas características para con el marido, también se veía comprometida con la tradición católica.
  Una de las cosas que contribuyó a la sedición de la mujer, también de los hombres pero en este caso, había mayor fanatismo por parte de las mujeres, ya que le dedicaban más tiempo a la vida religiosa por tener mayor disponibilidad, porque no ocupaban cargos ni posiciones a nivel político, militar o religioso, fue el miedo a no acceder después de la muerte a la vida eterna, esto muchas veces causó que las mujeres dejaran sus bienes a los párrocos para garantizar la salvación de su alma. La cantidad de Obras Pías, Capellanías, donaciones, entre otros, nos expone claramente lo anteriormente expuesto, la inconmensurable devoción femenina por la fe católica.
Las Obras pías, en particular, se trataban de fundaciones por las que una persona cede parte o todo su patrimonio para que el rendimiento de este sirva a un clérigo, el cual acepta la obligación de cumplir con misas, oraciones y otras acciones espirituales en favor del fundador de la capellanía[7]. Cabe destaca que estas eran perpetuas y solo se cede la totalidad del patrimonio en el momento que la persona va a morir. Aseguraban según la moral católica, la salvación del alma. La iglesia era porsupuesto quienes, controlaban dichas obras, destinada a las labores de acción social. Parte de las acciones también se encuentran la fundación de conventos construidos a partir de patronatos de mujeres como lo fueron las concepcionistas, las carmelitas descalzas y las dominicas[8].
Hasta ahora hemos visto como la mujer blanca mantuana está estrechamente vinculada con la tradición católica, como cumple con las obligaciones que les concede la iglesia y como se ve sometida a este régimen, que no solo se ve limitada a la religión católica sino que se ve condicionada y determinada, en mucho, por las posiciones que ocupaban sus respectivos padres, esposos y hermanos quienes actuaban en su nombre y representación[9].
Si bien se ha trabajado la situación de la mujer en su contexto social como blanca mantuana, no hemos percibido en los textos encontrados en enfoque feminista, el enfoque que aborde la problemática o la raíz de toda la cuestión con respecto a la subordinación de la mujer. La historia e historiografía ha de alguna forma dejado a la mujer atrás, y si bien se han desarrollado investigaciones dedicadas a esclarecer un poco la situación de la mujer en la época, no se habla de la problemática, por ejemplo, del patriarcado. Este en nuestra propia concepción, es la raíz del problema de la mujer en la época colonial. Es necesario un enfoque de género, para la comprensión de la situación de exclusión de la mujer tanto en la colonia como en distintos estadios de la historia de la humanidad.




[1] Luis Pellicer, Entre el Honor y la pasión. Pp. 23
[2] Federico Brito, Historia económico social de Venezuela. T.I. Pp. 159
[3] Juan Colmenares, Obras Pías en la Iglesia Colonial Venezolana. Disponible en : http://valoislamotte.blogspot.com/2011/12/obras-pias-en-la-iglesia-colonial.html
[4] Iraida Vargas , Mujeres en tiempos de cambio.Pp.52
[5] Ibidem, Pp. 52
[6] Elina Lovera Reyes, Las mujeres y la iglesia en los tiempos coloniales. Pp. 76
[7] Ermila Troconis, Las obras pías en la iglesia colonial venezolana. Pp.34
[8] Elina Lovera Reyes, Ob. Cit. Pp. 76
[9] Iraida Vargas, Ob. cit., Pp. 53

Fuentes consultadas 

Bibliográficas

·         Brito F., Federico. Historia Económico Social de Venezuela. UCV. Caracas. 1987
·        Lovera Reyes, Elina. Las mujeres y la Iglesia en los tiempos coloniales. En: Enciclopedia de la mujer. ANH. Caracas. 1995
·         Pellicer, Luis. Entre el Honor y la pasión. UCV. Caracas. 2005
·      Troconis de Veracochea, Ermila. Indias, esclavas, mantuanas y Primeras damas. Academia Nacional de la Historia. Caracas.
·     Troconis de Veracochea, Ermila. Las obras pías en la iglesia colonial venezolana. ANH. Caracas.1971
·     Vargas, Iraida. Mujeres en tiempos de cambio. Colcción Bicentenario. Caracas.

Electrónicas
Juan Colmenares, Obras Pías en la Iglesia Colonial Venezolana. Disponible en : http://valoislamotte.blogspot.com/2011/12/obras-pias-en-la-iglesia-colonial.html (consultada septiembre 2013)




Clásicos para leer en tiempos turbulentos. El viejo y el mar, E. Hemingway

     
  Hace poco pedía a un amigo que me recomendara algo para pasar el rato leyendo, algo sencillo, corto, de esas lecturas que se necesitan cuando uno va transitando en el metro y necesitas abstraerte, por las abrumadoras situaciones que ahí dentro suceden, una señora quejándose por cualquier cosa, un niño llorando, un abuelito añorando aquellos tiempos que no volverán, una conversación de esas supere trágicas y a la vez interesantes que so inevitables de escuchar y que te cargan de diferentes energías, en fín, un sinnumero de situaciones que en realidad no te importan , por lo cual es imprescindible ocupar tu mente en algo, para no sucumbir en la desesperación inducida por tales cosas. 
  En definitiva, volviendo a la idea principal de la cual me he perdido, mi amigo no me recomendó nada que llamara poderosamente mi atención, por lo cual decidí yo mismo, buscar eso que necesitaba. Pasando por el conocido pasillo de las banderas, me detuve a observar un título que llamó poderosamente mi atención, "El viejo y el mar" de E. Hemingway. Como estaba bastante económico, decidí adquirirlo, más allá de la aparición que este hace en la película de Woody Allen, "Media noche en París", conocía muy poco del autor, sin embargo comencé a leer con muchas expectativas. 
   Comenzando el libro poco me atrapaba, pero  a lo largo que transcurre la historia, comencé a asociar personajes metafóricamente con la vida misma, las imágenes simbólicas que presenta la historia, de un "Viejo", que lucha por lograr un objetivo, que lucha con los años mismos y a su vez el pez que también reclama su derecho a la vida, combatiendo hasta el final, hicieron que este fuese ahora uno de los libros que más me ha marcado hasta ahora. 
  La soledad, el añoro, la melancolía, la benevolencia;son sentimientos y emociones que se ven reflejados en este magnifico escrito del que fuese Premio Nobel de la Literatura en 1954, siendo precisamente esta novela, uno de los principales motivos para que se le fuese adjudicado. 
  Cuando piensas que todo puede estar perdido, que tienes que rendirte porque las circunstancias contrarias a tu objetivo te arropan, no debes darte por vencido, eso al contrario, debe dotarte de una fuerza abrumadora para alcanzar lo que deseas, es precisamente lo que simboliza Santiago, "el viejo". El pez y su inacertado destino, no le quedara más que luchar hasta morir, en este caso gana el viejo. 
   En defnitiva si algo debe unir a Cuba, ya que la novela está ambientada en la Habana  y Estados Unidos, de donde proviene Hemingway, es precisamente esta excelente obra, la cual recomiendo, no como libro de autoayuda, más bien , como una obra de donde tomar innumerables reflexiones.
  Finalizo con una cita de la obra, aclarando que esto no fue una crítica literaria, solo fue parte de una experiencia 
"Me estás matando, pez, pensó el viejo. Pero tienes derecho. Hermano, jamás en mi vida he visto cosa más grande, ni más hemrosa, ni más tranquila, ni más noble que tu. Vamos, ven a matarme, no me importa quien mate a quien"


Jhonny Castillo